Por: Francisco Araos
Escrito en co-autoría con Wladimir Riquelme Maulén y Juan Carlos Skewes
La historia comienza en el mercado de pescados y mariscos de Huanan, en Wuhan, una provincia central de China atravesada por el río Yangtze. Allí, hacia fines de diciembre de 2019, hubo quien o quienes, ostentando de su poder y prestigio, ofrecieron a sus invitados un salteado de escamas de pangolín, preparación gourmet de altísimo costo. La receta incluía subrepticiamente el coronavirus transmitido al animal por algún murciélago infectado. El resto es parte de una historia en desarrollo.
Así, el 31 de diciembre de 2019 marca no un cambio de año, ni de década, sino que un cambio de época. Se inaugura la era del Coronaceno, y con ello un realineamiento global de las fuerzas y los materiales de los que el planeta está hecho. Semejante reordenamiento, cuyos alcances aún son desconocidos y que representan un intenso campo de disputa, imponen también un reordenamiento de las categorías habituales de pensamiento que gobernaron las dinámicas engendradas por el pensamiento occidental, a la sazón dominante. Más que desplegarse finalmente un discurso hegemónico, lo que el nuevo escenario trae consigo son constructos dispares, oscilantes, que se conjugan circunstancialmente según los intereses, motivaciones y creencias de los actores sociales.